El escritor caminaba lentamente por
el muelle, saludando a todo el que encontraba a su paso. El ambiente caribeño
le asentaba bien; tan bien o mejor que las selvas africanas. En vedad le
encantaba el mar. Hoy, era el anfitrión
del torneo de pesca. Cuando iba a entregar los premios se percató del hecho de
que el político era uno de los ganadores de la competencia. Ambos ofrecieron su
mejor sonrisa para la foto de protocolo.
El político deseaba tener un aparte con el escritor y lo llamó.
-Muchos extranjeros están abandonando la Isla. Quiero reiterarle
nuestros deseos de que
se quede aquí. No tiene nada que
temer; ésta es su casa.
El escritor, famoso por su: talento literario, dones de conquistador, humanismo
filantrópico, afabilidad constante y por su cruel sinceridad, permaneció
callado. Meditó un rato en silencio pero no dijo nada.
-¿ Se quedará? Insistió el político.
- Como reportero de guerra he aprendido a observar y no precipitarme en
mis posturas. Primero recopilo información y luego la evalúo objetivamente. Soy
como mis gatos de seis uñas, cuando no me gusta el ambiente aruño y ataco o simplemente me voy.
-¿ El político anterior no le dio problemas?
-Ciertamente , tenía grandes
defectos; enriquecía a los blanquitos, quería convertir la capital en el casino
y prostíbulo de América, también noté la desaparición de decenas de sus opositores. Algo de eso
estoy transcribiendo para una próxima novela.
-Yo soy uno de esos blanquitos que decidió
luchar contra la corrupción y la injusticia. Esto está comenzando y sé que
usted ha hecho mucho bien a la gente de la Isla.. sería un honor tenerlo
viviendo entre nosotros. Le prometo que nadie lo molestará.
-Usted tiene liderato, el apoyo del
pueblo, y un odio insaciable hacia los de su clase por haberlo traicionado. ¡Qué mejores
ingredientes para convertirse en un tirano y asesino!
Es mucha tentación
tener todo ese poder y no abusar de él. Mañana me marcho; sentenció el
escritor. Muchos dicen que el gobierno de su país lo obligó a regresar so pena de desterrarlo, otros pensaban que preveía las acciones del próximo dictador.
Poco más de un año después y a cientos de millas de distancia los gatos
ronroneaban sin descanso. El escritor despertó sobresaltado, no se acostumbraba
a vivir en su propio país.
Se dirigió al
despacho, trató de escribir pero ninguna palabra salía de su pluma estéril. Era
la sequía más grande que había tenido en su vida. En la Isla, cuando sufría
alguna corta sequía se iba al mar hasta
que se le abrieran los sentidos. Aquí, no
era así. Recordó las últimas palabras que él le dijo al político, fueron las
últimas palabras trascendentes que pudo decir o escribir Estaba desesperado.
Buscó un rifle en el estante, se dirigió al despacho, se sentó, apuntó a la
boca y … a los pocos segundos ,por el orificio que dejó el disparo ,comenzaron
a brotar las palabras a borbotones.
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