Microcuento para que sonrías.
Eran las dos de la tarde y paseaba aburrido por las calles de mi pueblo. Observé el letrero de la sucursal del banco más "popular" del país. Sudado, entré a la institución bancaria buscando aire fresco y un lugar donde descanzar algunos minutos. No vi sillas, sólo tres clientes en fila y líneas rojas que indicaban la ruta hacia los cajeros. A lo lejos vi a una mujer sentada frente a su escritorio que pedía que me acercara. Caminé hacia donde se encontraba, llegué frente a ella, la miré a los ojos y sentí elevarme del suelo atraído por aquellos hermosos ojos azules.
Ella preguntó: ¿Qué desea? , ¿Quiere abrir una cuenta de ahorros?
-Yo le contesté. Quiero un préstamo, quiero que me preste su mirada celeste para llevarla conmigo dondequiera que vaya.
La empleada se acercó y un tono muy bajito me susurró al oído: ¿Quiere que les dé mis lentes de contacto?
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